Desarrollo Organizacional Lección 3.2

LA ÉTICA PROFESIONAL Y LA DEONTOLOGÍA

Ética y Deontología profesional 

La Ética hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la Deontología adopta una función de modelo de actuación en el área de una colectividad. El deontologismo plantea los temas éticos en términos de normas y deberes. Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que estas. Los principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar, mientras que las normas aplican los principios a situaciones concretas. 

En términos generales un principio enuncia un valor o meta valiosa y las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones. Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen bajo dicho principio. 

·       El concepto y el ámbito de la Deontología 

Etimológicamente Deontología significa: todéon (griego): lo conveniente, lo debido; logía (griego): conocimiento, estudio. La Deontología es el estudio o la ciencia de lo debido, de los deberes. Si hablamos de Deontología profesional, sería el estudio de los deberes de cada profesión. Bentham entendió a la Deontología como el estudio de aquellas acciones que no están sometidas al control de la legislación pública. Separa el ámbito moral, donde se insertan los deberes deontológicos, del ámbito legal o jurídico, donde se insertan las leyes y normas jurídicas. Por ello la Deontología o deberes de una profesión se recogen en los códigos éticos o deontológicos. 

La intención de los códigos deontológicos de cada profesión es explicitar la dimensión estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, independientemente de que estén o no recogidos en las normas jurídicas. Deontología significa, por tanto, la Ética de los deberes prácticos, basados en la acción libre de la persona y en su conciencia moral, y no en la reglamentación jurídica. 

·       Los códigos deontológicos 

Un código ético o deontológico es el conjunto de principios de conducta, derechos, deberes y normas profesionales emanadas de los propios profesionales o de una empresa u organización determinada, cuyo cumplimiento se asume voluntariamente. Por otro lado, es el conjunto de creencias y valores que una organización profesional considera válidos, y representan una forma de entender la profesión y una orientación sobre el modo de practicarla. Disponer de un código ético es uno de los símbolos que distingue a un determinado trabajo como profesión, y es el modo en que los profesionales de un sector económico reconocen el servicio social que cumplen y la manera de asumir su responsabilidad frente a ello.

La función de los códigos deontológicos fundamentalmente son: 

a.    El reconocimiento público de la dimensión Ética de una profesión o actividad por parte de los mismos que la llevan a cabo. Frente a una concepción meramente tecnicista o de rentabilidad de lo que es ser un buen profesional, con la aprobación de códigos se intenta revalorar la profesión por su dimensión moral y al profesional por la ejemplaridad Ética en su trabajo. En este sentido, los códigos también sirven de tarjeta de pre sentación del grupo de profesionales frente a su cliente para que este lo identifique. 

b.    En el caso del periodismo, existe la tendencia a entender por profesionalidad el dominio de técnicas y herramientas, aparejado a la rentabilidad y al éxito, sin tener en cuenta el cultivo de las virtudes profesionales. Por la rutina del trabajo diario siempre está el riesgo de deshumanizar el trabajo. Esto es bastante peligroso teniendo en cuenta la dimensión eminentemente humanista de algunas profesiones como la abogacía, la psicología, la educación, el periodismo, que actúan directamente sobre la vida de las personas y sobre asuntos muy delicados de las mismas. 

c.    Especificar los contenidos morales concretos de una profesión, es decir, las normas y obligaciones que tienen que guiarla. Esta labor prescriptiva de los códigos tiene varios objetivos. Por un lado, conocer los aspectos éticos de la profesión permite a los profesionales tener un punto de referencia para los problemas que se le presentan. Por otro lado, la existencia de códigos combate el relativismo y el subjetivismo pues exigen consensuar un marco común ético de valores, principios y normas a partir de los cuales dialogar y discutir. Por último, los códigos van acumulando e incorporando contenidos y problemas éticos a medida que se van actualizando y de esta manera van constituyendo un acervo o patrimonio moral de la profesión, reflejando el progreso ético de la misma.En este sentido, los códigos tienen la virtualidad de ir construyendo una sensibilidad hacia los valores éticos y profesionales, sobre los cuales ir formando la conciencia moral personal. Sin esta educación de la conciencia moral carecen de sentido y de eficacia los códigos y la Ética profesional sería algo puramente teórico. Aquí radica la gran importancia de los códigos y es que «recuerdan, orientan y disponen» al profesional a ir formándose esa verdadera personalidad Ética, ese ethos profesional con el que no nacemos y que hay que irse apropiando con el ejercicio de actos y hábitos virtuosos. 

d.    La existencia de códigos en una profesión ayuda a una persona a defenderse mejor de las presiones externas, es decir, de la presión de los intereses o bienes extrínsecos que ya hemos mencionado (dinero, poder, prestigio, estatus) y a la profesión en sí a hacerse valer y respetar frente a los condicionantes externos.

e.    Compromisodeunaprofesióndellevaracabosu misión de una forma moral y digna. La formulación y adopción de códigos implica reconocer que una profesión debe mejorar y estar en conti nua vigilancia sobre las prácticas éticas de sus actividades. Por ello, «comprometerse a trabajar de acuerdo con un código de Ética es la señal más evidente de la reivindicación de un estatus social mejor por parte del profesional» (Barroso, 2006). 

f.      Espíritu de servicio. Los códigos deontológicos no pueden servir para reforzar un espíritu gremial entendido como defensa de unos privilegios de clase, o como incremento del poder de las agrupaciones profesionales. La motivación de los códigos deontológicos tiene que ser hacerse mejores profesionales para servir mejor a la sociedad, es decir, potenciar el espíritu de servicio (Blázquez, 1994). 

La gran beneficiaria de los códigos es, por tanto, la sociedad, que gracias a ellos puede conocer qué puede esperar y exigir de los profesionales. Y eso se hace espe- cialmente importante en profesiones donde no hay una relación directa profesional-cliente, como es la del periodista, que se dirige a audiencias de miles de personas, o en la de administrador o economista, que trabajan para instituciones públicas o privadas. En dichas profesiones el público o el cliente está muchas veces desasistido. 

Por último, cabe mencionar que contar con un código deontológico evita que el control ético se haga desde fuera, y permite discriminar entre los buenos profesionales y los que solo buscan sus intereses personales. 

Cuestiones actuales: la Ética y la vida, corrupción.

·       La corrupción 

Se constata una crisis de valores, donde se ve socavada la reserva moral de un pueblo, donde se mina la fibra moral de no pocos profesionales. Ciertamente se perciben en nuestra sociedad signos de esperanza, pero conviene reconocer los graves problemas que nos aquejan para poder afrontarlos, en particular la injusticia social, la corrupción y la indiferencia. 

El primer lugar hemos de tener el valor y la sinceridad para ver las cosas como son, llamarlas por su nombre y aceptar la parte de responsabilidad que nos corresponde. Entre otros flagelos, existe la corrupción, la inmoralidad y la impunidad de algunos casos que exacerban la frustración de todos y el clamor por un cambio profundo. Recordemos que es difícil para los seres humanos reconocer los propios errores y fallas interiores y exteriores. 

Para muchos peruanos el hambre, la enfermedad, el desempleo, la inseguridad, la injusticia y el abuso son desde hace mucho tiempo realidades cotidianas. Hasta ahora no hemos logrado construir un orden social que permita a todos los peruanos vivir dignamente, ni tampoco se ha logrado una democracia que garantice realmente los derechos fundamentales de la persona y el respeto a la voluntad de la población. 

A nivel global asistimos a una terrible injusticia. Como es posible que las tres personas más ricas del mundo tengan más dinero que 42 países pobres juntos. En nuestra patria más de la mitad de la población se encuentra en condiciones de extrema pobreza, viviendo en deterioro creciente del nivel de vida. La esperanza de vida en los países ricos supera los 80 años, mientras que. en algunos países pobres apenas llega a los 40 años. 

La raíz de estos males es moral. Crisis moral que no se limita a algunas personas e instituciones, sino que toca a todo el cuerpo social, y a la vez muestra cuán profundamen- te nos hemos alejado de los principios fundamentales y de los nobles ideales. 

Muchos actores políticos son en gran medida res- ponsables de esta crisis de valores, pero también otros sectores como el poder ejecutivo, legislativo, judicial y local, así como los gremios y sindicatos. Se percibe una pérdida de la credibilidad moral y de la representatividad social de los dirigentes y gobernantes. 

Se percibe una falta de responsabilidad cívica, donde tanto los ciudadanos como las autoridades hacemos poco caso de las leyes. Elegimos a las autoridades públicas pero luego no las apoyamos ni las controlamos, esperando sin embargo, éxitos mágicos o atribuyéndoles toda la res- ponsabilidad por los problemas de la colectividad. 

Por otro lado existe la preocupación sobre el sistema que. los alimenta y consciente y también la falta de castigo y sanción por parte de la sociedad y de unas Institu- ciones complacientes y hasta cómplices. 

Sin embargo en medio de estas dificultades encontramos signos de esperanza, vamos creciendo entre aciertos y desaciertos, entre luces y sombras, entre signos de vida y de muerte. Encontramos a muchos hombres y mujeres que con su ejemplo nos invitan a asumir compromisos concretos y eficaces. 

También es alentador ver muchas muestras de auténtica solidaridad, de sentencias justas y de amor al prójimo. Por otro lado hay que destacar a muchos peruanos que dan su vida por defender a sus hermanos y a su libertad, a muchos profesionales que no olvidan el espíritu de servicio. 

Hay que tener en cuenta que somos actores y no espectadores del drama humano que se desarrolla en nuestro alrededor. 

Preguntémonos en qué estado moral y espiritual nos encontramos. Tengamos en cuenta que era impensable que algún día cayera el Imperio Romano y sin embargo hoy que- dan solo vestigios de una obra que parecía inmortal. O más recientemente los acontecimientos sufridos en Norteamérica, nación que parecía invulnerable y con olor de autosuficiencia. y que hoy se resiste a mostrar su tragedia. 

La sociedad clama una sociedad justa y solidaria, humana y veraz, reclama: 

  • Un Congreso que. cumpla su función legislativa, fiscalizadora y representativa sin aislarse de las necesidades y aspiraciones del pueblo.
  • Un Ejecutivo, que. responda con eficacia y testimonio de servicio, a los graves problemas que. nos afligen, y que. abra los más amplios canales de participación ciudadana en las decisiones de todos los niveles.
  • Un Poder Judicial que. administre justicia con real imparcialidad y ética, y recobre así la confianza de los sencillos. 
  • Unos partidos políticos, que. en vez de buscar intereses particulares se aboquen al logro del bien común. 
  • Unos profesionales honestos y capaces, que. tengan en cuenta el Código de ética. La honestidad sin la capacidad no basta, pero tampoco la «corrupción eficaz». 


La corrupción envuelve a una considerable mayoría, víctima de la incultura, ignorancia y desdén así como a elementos de las clases dominantes que prefieren mantener al pueblo limitado y excluido. 

 

 

 

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